Open-access LA DISPUTA SIMBÓLICA POR LA AUTENTICIDAD DE LAS PROTESTAS FEMINISTAS: EL PARO NACIONAL DE MUJERES EN MÉXICO

A DISPUTA SIMBÓLICA PELA VERACIDADE DOS PROTESTOS FEMINISTAS: A GREVE GERAL DAS MULHERES NO MÉXICO

THE SYMBOLIC DISPUTE OVER THE AUTHENTICITY OF FEMINIST PROTESTS: THE NATIONAL STRIKE OF WOMEN IN MEXICO

Resumo

A partir da teoria da esfera civil, este artigo analisa como dois discursos concorrentes disputam o sentido da Greve Geral das Mulheres contra o feminicídio, ocorrida no México em 2020. Por um lado, tal protesto foi interpretado como uma proposta de mulheres autônomas para chamar atenção para as condições de violência contra a mulher. Por outro, foi considerado uma iniciativa de grupos conservadores para minar a legitimidade do governo. Cada discurso atribuía um caráter autêntico ou impuro à greve e aos atores que a apoiavam. Foi realizada uma análise de colunas políticas de cinco jornais do México para observar como as razões, as relações e as instituições civis e anti-civis eram atribuídas a quem apoiava ou criticava a greve. Os resultados mostram que a disputa colocou em xeque os contornos do feminismo, as formas de protesto das mulheres e a maneira como o governo avaliava a veracidade de suas demandas.

Palavras-chave: Protesto das mulheres; Violência contra a mulher; Feminicídio; Esfera civil; Greve geral

Abstract

Following the theory of the civil sphere, it is analyzed how two competing discourses disputed the meaning of the National Women’s Strike against feminicide carried out in Mexico in 2020. On the one hand, it was interpreted as the proposal of autonomous women to make visible the conditions of violence against them. On the other hand, as an initiative by conservative groups to undermine the legitimacy of the government. Each discourse attributed a pure and impure character to the strike and the groups that supported it. An analysis of the political columns of five national newspapers was carried out to observe how civil and anti-civil motives, relationships and institutions were attributed to those who supported or criticized the strike. The results show that the dispute questioned the contours of feminism, the ways in which women protested, and the way in which the government evaluated the authenticity of their demands.

Keywords: Women’s protest; Violence against women; Femicide; Civil sphere; National strike

Palavras-chave: Protesto das mulheres; Violência contra a mulher; Feminicídio; Esfera civil; Greve geral

Keywords: Women’s protest; Violence against women; Femicide; Civil sphere; National strike

INTRODUCCIÓN

El 9 de marzo de 2020 se realizó en México un paro nacional de mujeres convocado por el colectivo Brujas del mar para que las mujeres permanecieran en casa, haciendo notar su ausencia en las calles, y así denunciar la inacción de las autoridades frente a los casos de feminicidio y violencia contra las mujeres. El paro buscó ser una protesta alternativa a la marcha de conmemoración del 8 de marzo. La convocatoria al paro generó una amplia discusión pública. Ante esto, el objetivo de este artículo es analizar cómo dos discursos en competencia disputaron el sentido del paro con el fin de controlar simbólicamente su carácter legítimo o ilegítimo, puro o impuro, con relación a ciertos códigos de solidaridad y membresías de inclusión social. El paro se consideró como una expresión auténtica de colectivos feministas y mujeres independientes -calificadas como civiles- que expresaron su hartazgo frente al incremento de los feminicidios. También se juzgó como inauténtico, acusando que detrás había grupos conservadores -caracterizados como anticiviles-, que pretendían minar la legitimidad del gobierno federal. Los términos “civil” y “anticivil” no son categorías que utilizan los actores, sino clasificaciones teóricas que permiten analizar cómo los actores se califican unos a otros.

Este artículo enmarca la competencia de sentido entre dichos discursos en la esfera civil, ese mundo de valores e instituciones que “genera la capacidad de crítica social e integración democrática al mismo tiempo” (Alexander, 2006: 4). La democracia depende de lazos de solidaridad que van más allá de los acuerdos de orden político. Dichos lazos se sostienen por el uso de un lenguaje en que los valores universales abstractos adquieren forma concreta y visible. Mediante dichos valores las personas exigen respeto, justicia, libertad, inclusión o la reparación a un daño que atenta contra su integridad o la de un grupo, y que podría comprometer la viabilidad de la sociedad.

Existen diferentes interpretaciones sobre cómo concretizar la solidaridad, lo que propicia desacuerdos con relación a cómo articular los valores universales y abstractos en la vida diaria. Los integrantes de una sociedad se confrontan para definir cuál y cómo debe ser la solidaridad y disputan la legitimidad de quienes hablan en su nombre (Junker & Chan, 2019). A veces las disputas generan exclusión de la vida civil y democrática en una sociedad.

El argumento es que la disputa por el sentido del paro de mujeres del 2020 hizo competir una narrativa que atribuyó un carácter puro o civil a las mujeres que lo convocaron -destacando así su supuesta capacidad para generar membresías de inclusión más universales y solidarias-; y otra narrativa que trató de contaminar como anticivil la movilización -resaltando su aparente propuesta restringida de solidaridad e inclusión social-.

Este artículo abre con una discusión teórica para comprender el entrelazamiento y competencia de los discursos civil y anticivil en la esfera civil. En el segundo apartado se presenta el contexto previo al paro, que resultó significativo para quienes opinaron sobre él. En un tercer y cuarto apartados se analiza la disputa de sentido en las columnas de opinión de los principales diarios del país. En el quinto, se examina cómo la disputa cuestionó la existencia de feminismos auténticos e inauténticos. Y, por último, se exponen los principales hallazgos y las conclusiones.

LA ESFERA CIVIL

La esfera civil está organizada mediante discursos que expresan opiniones, provocan desplazamientos y organizan lo que existe y lo que puede existir en el mundo social (Farge, 1994). Los discursos sacralizan o contaminan las acciones que cualquier miembro de una sociedad despliega con el fin de producir y sostener la solidaridad social (Jacobs, 1996). Esta última se define como el sentimiento de estar conectado con los demás, que da la oportunidad de participar en la sociedad, respetando la individualidad y proporcionando la sensación de integrar un colectivo (Alexander, 2006: 13). La esfera civil permite comprender la tensa relación entre los referentes universales de inclusión solidaria y las demandas particularistas de grupos sociales1.

Los actores tienen distintas interpretaciones sobre cómo debe cristalizarse la solidaridad y expresan reiteradamente su desacuerdo sobre cómo están articuladas las demandas individuales y las obligaciones colectivas, imputándose las mismas atribuciones de pureza e impureza democrática, de juzgarlas como civiles o anticivil, y demandar con ello quien merece ser considerado en las membresías de la inclusión y la solidaridad colectiva. El carácter puro o impuro que se atribuyen los actores es una atribución relacional. Según Alexander (2006: 55), así como “no hay religión desarrollada que no divida el mundo entre salvados y condenados, no existe discurso civil que no conceptualice el mundo entre aquellos que merecen la inclusión y aquellos que no.” Si el sentido de disputa es construido relacionalmente, la civilidad de unos se articula en el lenguaje de la incivilidad de los otros (Alexander, 2006). Estas imputaciones se trasladan hacia las instituciones a las que constantemente se acusa de ser o no lo suficientemente democráticas e inclusivas. Las disputas sobre las atribuciones morales civiles o inciviles se cristalizan espacial y temporalmente en instituciones comunicativas y regulativas2.

Las primeras reflejan y difunden las posturas, pasiones e intereses de quienes se asumen como parte de una sociedad, que hablan en nombre de la sociedad, hacia la sociedad y como sociedad, como los medios de comunicación, las asociaciones voluntarias y las encuestas de opinión pública. Las instituciones regulativas son aquellas que ante el reclamo social de solidaridad tienen el derecho de tomar decisiones vinculantes, como sucede con los cargos electivos o tribunales. No obstante, la posición de una persona -en función de su clase, raza o género- sirve como referente para establecer el grado de probidad o contaminación de los actores y sus instituciones (Kivisto & Sciortino, 2015).

Las imputaciones sobre las virtudes y el vicio cívico transcurren en tres niveles: motivos, relaciones e instituciones (Alexander, 2006). Se considera que un actor social está respaldado por motivos democráticos si se cree que es autónomo, racional, razonable y realista; y se considera inspirado por motivos antidemocráticos si se juzga que aquellos carecen de autonomía, son irracionales y no-realistas. Al evaluar las relaciones de los actores se valoran como civiles si se estima que son abiertas, confiables, susceptibles a la crítica, honorables y confiables; y como anticiviles, si se evalúa que son cerradas, sospechosas, deferenciales, egoístas o tramposas. Finalmente, las instituciones se categorizan como civiles si se interpreta que están reguladas por la ley, son equitativas, inclusivas e impersonales; y como anticiviles, si se evalúa que funcionan de manera arbitraria, jerárquica, excluyente y para beneficio de una persona o grupo3.

Los movimientos sociales expresan y movilizan demandas particularistas, pero a través de referentes de inclusión y solidaridad universales. En tanto expresiones de lo universal concreto, defienden valores que consideran sagrados en términos civiles. Se asumen como actores que “representan” a la sociedad, esgrimiendo un lenguaje que habla directamente a esta última a través de la necesidad de expandir las membresías de inclusión. Hablan y se movilizan frente a las instituciones comunicativas y regulativas, a las que presionan para cambiar leyes, políticas públicas, instituciones o llamar la atención sobre el comportamiento de funcionarios y políticos.

Los movimientos expresan sus demandas mediante acciones concertadas de carácter dramático que pueden ser consideradas como performances, actos en los cuales se despliega el sentido consciente o inconsciente de su situación social (Alexander & Mast, 2011). En los performances los actores generan proyecciones simbólicas en las que articulan un discurso, una imagen y una capacidad de liderazgo (Merciert, 2005). Su objetivo es generar empatías morales con distintos interlocutores o auditorios (Riviére, 2005). Con estas acciones simbólicas los movimientos significan sus demandas de privación o exclusión de forma dramatizada.

Al teatralizar su condición de subordinación exigen crear empatía sobre el dolor y la violencia que un grupo social siente y sufre como profundo (Heins & Unrau, 2019; Khosrokhavar, 2019). Si la comunicación es efectiva, el performance moviliza afectos y apoyos; de lo contrario, pueden ser objeto de crítica porque se considera que su comunicación es auténtica. Que un performance sea considerado como un drama auténtico o no a los ojos del público depende de la interpretación que se hace de él. Un performance puede interpretarse como creíble o como una puesta en escena falsa, montada con el objetivo de ocultar o distorsionar la realidad (Alexander & Bartma’nski, 2019). Los performances se analizan mediante cómo son interpretados por ciertas audiencias. Estas últimas son las que valoran si el performances es auténtico o no, si son demandas justas o un montaje para respaldar intereses particulares4. Por tanto, el paro nacional de mujeres se analiza aquí desde la interpretación que se hizo del mismo en las columnas de opinión de la prensa.

Los movimientos feministas han transformado las estructuras de dominación heteropatriarcal mediante la movilización colectiva de discursos, códigos y performances que significan las condiciones de opresión, discriminación y violencia contra la mujer (Arteaga & Cardona, 2021). Con ello pretenden presionar a favor de mecanismos de reparación civil que permitan la inclusión, la igualdad y la justicia (Luengo, 2018). El movimiento feminista ha reescrito la relación entre los valores universales y los particularistas de inclusión social (Alexander et al., 2019). Ante las demandas feministas, las respuestas han sido a favor y en contra, generando una disputa sobre la validez de sus exigencias. Al interior de los movimientos feministas existen acuerdos y disputas sobre cómo significar sus demandas y reclamos. Esto genera tensiones y conflictos sobre cómo deben dramatizarse y traducirse sus condiciones de exclusión.

La convocatoria al paro nacional tradujo el sentimiento de indignación y hartazgo de las mujeres con relación a varios feminicidios con amplia exposición mediática. Estos se significaron por diferentes activistas -como el colectivo Brujas del mar- como actos inaceptables. Su convocatoria fue interpretada como un performance civil (autónomo, auténtico y abierto al escrutinio público) y como anticivil (manipulado, inauténtico y opaco) a partir de los motivos, relaciones e instituciones que se les imputó. La competencia entre estos dos discursos permite comprender las disputas en la esfera civil sobre el carácter puro e impuro del paro nacional.

Siguiendo la metodología de la teoría de la esfera civil, se analizó el debate en las instituciones comunicativas, particularmente en la prensa. Se revisaron las 125 columnas publicadas en los diarios Excélsior (23), El Universal (30), Milenio (25), Reforma (18) y La Jornada (29), en los cuales se opinó sobre el paro. Se tomó en consideración el universo de las columnas periodistas para mapear la disputa simbólica y sus códigos5. Las columnas periodísticas son parciales y sesgadas porque se construyen en marcos de interpretación anclados en referentes morales específicos (Earl et al., 2004: 67; Río, 2008: 60; Ortiz et al., 2005: 406; McCarthy et al., 1996: 479). Este sesgo es importante porque permite analizar cómo las interpretaciones activan los referentes simbólicos de la esfera civil.

En las opiniones periodísticas se observa la interpretación de los performances, con la que se tipifica los motivos, relaciones e instituciones de los actores. Según Smith (2005), en las columnas de opinión, los códigos binarios clasifican a los actores según criterios morales, enfatizando sus cualidades y atributos civiles o anticiviles, contaminados o puros. “Las estructuras narrativas ubican a los actores y los eventos en tramas, asignan responsabilidad moral, causalidad y agencia, dan forma a las expectativas de resultados y, en algunos casos, brindan modelos ejemplares para la acción” (Smith, 2005: 14).

Según Butler y Luengo (2016), los medios de comunicación construyen mensajes que traducen situaciones concretas en códigos civiles que se presumen universales mediante valoraciones y narraciones; así sus discursos narrativizan la vida cotidiana e imaginan colectividades (Gupta, 2015). Se identificaron y sistematizaron en matrices los códigos en disputa, las tipificaciones y juicios imputados sobre la movilización feminista en sus motivos, relaciones e instituciones. En cada una de las referencias periodísticas analizadas se distinguieron las opiniones sobre qué tipo de motivos, relaciones e instituciones se imputaban al paro en tanto performance y a las feministas que participaron. Primero se estableció que tipo de motivos se imputaba a las mujeres, si fueron considerados como civiles -inspiradas por demandas racionales, justas, objetivas y realistas, además si fueron juzgadas como autónomas- o si, por el contrario, fueron acusadas de motivos inciviles -irracionales, prejuiciosas, irrealistas y sujetas a manipulación. Luego, se analizó si las opiniones periodísticas consideraban que las mujeres formaban parte de redes o relaciones abiertas, críticas y francas -es decir, plenas de virtudes civiles- o cerradas y discrecionales, orientadas a satisfacer intereses específicos y acotados. En seguida, se examinó qué tipo de instituciones se imputaban a la movilización: reguladas bajo el imperio de la ley, equitativas e inclusivas o, por el contrario, arbitrarias, discrecionales, jerárquicas y excluyentes. Finalmente, se procedió a la reconstrucción hermenéutica de la disputa en términos binarios. La teoría de la esfera civil permite comprender que las disputas sobre el paro que aquí se analiza no se estructuraron exclusivamente a partir de un código misógino, sino en juzgar si eran competentes civilmente para traducir sus demandas de solidaridad y justicia mediante irrupciones o confrontaciones que alteraron el orden social. Esto significa que el análisis de los discursos sobre el paro está definido en función de los criterios normativos de solidaridad democrática que construyeron los propios actores y que, paradójicamente, permitieron al mismo tiempo incluir o excluir a sus miembros, ya sea porque fueron considerados como interlocutores válidos o inválidos en la vida democrática6.

TELÓN DE FONDO

El 1º de diciembre de 2018, Andrés Manuel López Obrador asumió la presidencia de México, apoyado por el partido Movimiento de Renovación Nacional (Morena) y un amplio espectro de movimientos y organizaciones sociales progresistas. La propuesta del presidente fue radicalizar el proceso de democratización del país -por medio de un proyecto que denominó la 4ª Transformación (4T)-7. Siguió una narrativa antielitista, antiinstitucional, antineoliberal y buscó fortalecer la idea de comunidad, horizontalidad y las expresiones plebiscitarias de lo popular. El presidente activó una narrativa de “nosotros” los que representan el espíritu de la 4T frente a “ellos” -que encarnan los valores conservadores y reaccionarios-. Los primeros caracterizados por su aparente compromiso con los principios de la virtud civil y la pureza democrática, el apego al pueblo, la austeridad y las pretensiones de transformación social. Los segundos caracterizados por encarnar los principios del vicio civil, conservadores comprometidos con las élites políticas y sociales, manchados por su impureza moral y el lucro económico.

También los opositores a la 4T activaron códigos binarios en que se presentan como un “nosotros” democrático frente a un “ellos” autoritario. Según esta posición, los primeros son actores comprometidos con los principios y virtudes liberales, preocupados por la construcción de ciudadanía e instituciones democráticas, capaces de cuestionar las tradiciones consideradas como autoritarias. Lo segundos se les acusa de encarnar los principios populistas, el clientelismo, las instituciones patrimoniales y la obediencia ciega a su líder, fascinados por el regreso a un supuesto pasado autoritario pero justo. Estas estructuras de significación conforman el marco de una disputa más amplia que dará sentidos locales a los términos como “derecha” y “izquierda”, “conservadores” y “progresistas”, “feministas” y “fakefeministas”, que fueron centrales a las interpretaciones del paro8.

En los primeros seis meses de 2019 se incrementaron en la ciudad de México las denuncias de secuestro a mujeres en Metro, de acoso sexual, y desaparición de usuarias de taxis y de los servicios de transporte Didi y Uber. También se informó de presuntas agresiones sexuales cometidas por policías capitalinos. Destacó la supuesta violación a una joven que desató una protesta feminista en la que pintaron paredes y destruyeron mobiliario de oficinas públicas. Claudia Sheinabaum (también de Morena), jefa de la Ciudad de México -que tomó protesta solo cuatro días después que López Obrador, calificó los hechos como una “provocación”. Feministas emitieron un comunicado en el que expresaban su preocupación por la posible criminalización de la protesta; convocaron a una marcha para el 16 de agosto, caracterizada por el daño a mobiliario urbano y a monumentos.

Tres meses después Abril Pérez fue asesinada en la ciudad de México por sicarios aparentemente pagados por su exesposo. Abril habría denunciado a las autoridades que su expareja le había hecho amenazas. Su asesinato generó indignación en la opinión pública y el caso fue cubierto ampliamente por los medios. El 9 de febrero fue desollada Ingrid Escamilla por su pareja sentimental. Las fotos de su cuerpo se filtraron en los medios, generando una generalizada indignación pública.

López Obrador realiza, desde que asumió la presidencia, una conferencia diaria para informar de las acciones del gobierno. En estas conferencias los periodistas preguntan su opinión sobre temas que se consideran relevantes. Sus respuestas han generado posicionamientos a su favor y en contra en redes sociales y prensa, que propician polarización. Al día siguiente de la muerte de Ingrid Escamilla los periodistas preguntaron al presidente sobre el crimen, a lo que respondió que prefería hablar sobre la rifa del avión presidencial9. Algunos consideraron que la pregunta fue una provocación, otros subrayaron el desdén del presidente al asesinato. El 11 de febrero fue noticia el secuestro de Fátima, una niña de 6 años de edad. Días después apareció muerta. El 17 de febrero López Obrador afirmó que la causa de los feminicidios estaba “en el modelo neoliberal”; advirtió que detrás de la indignación mediática por la muerte de la “niña” había conservadores disfrazados de feministas que buscaban desestabilizar su gobierno10.

El 18 de febrero el colectivo feminista Brujas del mar convocó a un paro nacional de mujeres el 9 de marzo bajo las consignas #UnDíaSinNosotras, #ParoNacional, #El9NadieSeMueve”. La esposa del presidente, Beatriz Gutiérrez Müller, respaldó la iniciativa por Twitter, horas después se retractó y respaldó la iniciativa #Undiamásconnosotras que invitaba salir a las calles el mismo día con un pañuelo blanco para mostrar apoyo al gobierno y por la erradicación de la violencia contra las mujeres11. El día 21 de febrero el presidente advirtió que había que “tener mucho cuidado” con las protestas feministas pues estaban manipuladas para poner al pueblo en su contra; acusó que “los grupos conservadores en Chile y México han usado los movimientos sociales para cometer golpes de Estado”12.

López Obrador señaló el supuesto carácter conservador de la movilización feminista, mientras esta última alcanzaba una presencia cada más más significativa en medios de comunicación y redes sociales, dando voz a las organizadoras. El 3 marzo el presidente anunció que el 9 de marzo iniciaría la venta de boletos para rifar el avión presidencial. Esto se interpretó como una acción para restar relevancia mediática al paro. El presidente reviró: “Yo ni me di cuenta, ni tenía en mente que el lunes era lo del día 9, del paro, de lo que se promueve”13. Al día siguiente, la secretaria de la Función Pública (SFP), Irma Sandoval, escribió en Twitter: “Para sacudir al país este 9 de marzo en lugar de que nos quedemos en casa tentadas a lavar platos y arreglar ropa, salgamos y ocupemos el espacio público sólo para nosotras” 14. Esto despertó muestras de apoyo y críticas a las cuales Sandoval respondió: “A la derecha lo que le duele es que las mujeres caminamos al lado del presidente […] Eso es lo que los pone fúricos y agresivos y les tira su máscara de ‘Fakeministas’” 15.

El 5 de marzo la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero encabezó una reunión con las mujeres del gabinete del presidente para externar que las “mujeres son la prioridad de la Cuarta Transformación” y suscribió que quedaría a criterio de cada dependencia gubernamental sumarse al paro16. En medio de esta confrontación, el colectivo Brujas del mar señaló contra el gobierno: ¿Dónde está [la derecha]?, […] no se está dando cuenta [el presidente] que es un reclamo ciudadano legítimo”17.

LA MOVILIZACIÓN CONSERVADORA

El discurso que apoyó al presidente se articuló en La Jornada, aunque también hubo columnas en Reforma y El Universal. Los dos primeros diarios juzgaron que el paro era impulsado por conservadores disfrazados de feministas, cuando nunca habían defendido la agenda de género ni a las mujeres (Lozano, 2020; Hernández, 2020c; Galván, 2020a;). Se dijo, desde este posicionamiento a favor del presidente, que era paradójico que bancos y corporaciones apoyaran el paro cuando son quienes explotan a las mujeres (Galván, 2020d). Se opinó desde una de las columnas de La Jornada que la derecha apoyó el paro para minar la “densa legitimidad” del mandatario (Linares, 2020a). El paro -en tanto acto performativo sujeto a interpretación- fue leído por estas columnas como inauténtico, manipulado por actores ajenos al feminismo.

John Ackerman (2020), destacado ideólogo del gobierno, acusó que el paro era una mala copia de performances semejantes como del Day Off de Islandia (1975) y del A Day Without Women de Estados Unidos (2017). Ambas movilizaciones ocuparon el espacio público, no pidieron a las mujeres quedarse en casa. En México el hogar es el espacio de la violencia para las mujeres, se advirtió que pedir que se queden en casa es condenarlas a la violencia. Ackerman (2020) adujo que el paro estaba organizado por mujeres de clase alta y media que no representan a la población. La propuesta encaja, acusó Ackerman, con el discurso de la derecha: tradicionalista, clasista, conservador y semánticamente a tono con la ideología heteropatriarcal. Este columnista sugirió que en realidad el paro era una movilización con la intención de minar el gobierno y no cambiar las condiciones de vida de las mujeres víctimas de la violencia. A su parecer era una movilización con motivos, relaciones e instituciones anticiviles: marcado por intereses particularistas y organizado por sectores autoritarios con vínculos opacos que buscan sostener instituciones arbitrarias y excluyentes.

Se aseguró -desde La Jornada y El Universal- que la mayor parte de las mujeres no participaría en el paro, porque ya se dieron cuenta de la presencia de “pro-vidas feministas” y de católicos conservadores detrás del movimiento (Galván, 2020b; Hernández, 2020d; Homs, 2020). Para este campo de interpretación, López Obrador era consciente de los problemas que enfrentan las mujeres, por lo que no castigaría a ninguna si decidía faltar a trabajar (Galván, 2020c). Incluso se afirmó desde esta posición que el presidente cambió la fecha de la rifa del avión presidencial para no polarizar (Hernández, 2020d).

LA MOVILIZACIÓN PLURAL

Los defensores del paro de mujeres argumentaron en diarios como Excélsior, El Universal y Reforma que, al criticar la iniciativa de las Brujas del mar, el presidente mostraba su insensibilidad para reconocer una expresión feminista auténtica, así como su conservadurismo. Se aseguró que López Obrador era insensible porque responsabilizaba al neoliberalismo de los feminicidios (Garfías, 2020) y prefería anunciar la rifa del avión que hablar de la violencia contra las mujeres (Loaeza, 2020; Crespo, 2020; Rubinstein, 2020).

Desde las columnas de Milenio, Excélsior, La Jornada, El Universal, La Jornada y Reforma se criticó que el presidente llamara a recuperar la unidad y los valores familiares como la respuesta a la violencia contra las mujeres (Melgar, 2020). Se acusó que estas respuestas mostraban que era reticente a respaldar posiciones de izquierda con respecto al feminismo (Hernández, 2020b; Raphael, 2020b; Bellinghausen, 2020). Las columnas que sugirieron que López Obrador contaminó el paro como una estrategia de polarización señalaron que esto le permitía plantear que se fraguaba un “golpe blando” en su contra (Garfías, 2020; Crespo, 2020). Articulistas de Milenio señalaron que López Obrador y sus “corifeos” veían detrás del paro la mano negra de la derecha y los conservadores (Gamés, 2020), con el fin de iniciar una cacería “protofacista” de las Brujas del mar (Marín, 2020). En este campo de interpretación se acusó al presidente de tener motivos antidemocráticos, presentar una actitud poco empática con las mujeres, mostrando una institución presidencial arbitraria, jerárquica y excluyente.

En columnas de Reforma, Excélsior, La Jornada, Milenio y El Universal, se sostuvo que no había un partido conservador ni grupos reaccionarios detrás del llamado al paro (Aguayo, 2020; Dresser, 2020; Hernández, 2020b; Loaeza, 2020; Ordorica, 2020; Rodríguez, 2020a; Romero, 2020). Tampoco había un desestabilizador detrás de cada víctima, se afirmó (Crespo, 2020). Los feminicidios no podían ser considerados un fenómeno mediático alentado por los conservadores (Cueva, 2020a). Se consideró que el paro era una iniciativa ciudadana más allá de la izquierda o la derecha (Maza, 2020; Muñoz, 2020a).

En los periódicos revisados hubo columnas que argumentaron que el presidente parecía desprestigiar cualquier movilización social que no emanara de su persona para autoproclamarse como la voz moral del país (Cossío, 2020). Incluso cuando las feministas no están en contra suya, se valoró que el presidente parece que se molesta cuando lo interpelan (Bellinghausen, 2020). Si no asume como suya la protesta feminista, quedará como un machista y un conservador (Jáuregui, 2020b). López Obrador debe reconocer las voces diversas de quien le apoyan: proabortistas, antiabortistas, mujeres de izquierda y derecha, ricas, pobres, así como las comandantas del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. En esa diversidad se puede testificar el acto de libertad de las mujeres y su capacidad de sororidad (Orozco, 2020; Gómez, 2020c; Gordillo, 2020; Cárdenas, 2020a). Frente a la imagen presidencial, los columnistas presentaron, entonces, a las mujeres como actores sociales que realizaron un performance autónomo, con motivos justos y legítimos, con capacidad de crear vínculos confiables entre ellas, caracterizadas por ser abiertas y empáticas, demandando instituciones reguladas por la ley, equitativas e inclusivas.

Se interpretó que el presidente debía tener claro que el violador o feminicida no pregunta a su víctima si está o no a favor del aborto, si es de derecha o izquierda (Belaunzarán, 2020). Clasificar a las mujeres -advirtió Jáuregui (2020b)- como de izquierda (progobierno) y derecha (antigobierno) puede ser interpretado como acoso: “no me interesa tu posición, sino la posición que te obligo a tomar”. Hay que reconocer -afirmó Lomnitz (2020) - que hay feministas de todo tipo, como de distintas preferencias sexuales: ese es el carácter liberador y revolucionario del feminismo. Se cuestionó también a Irma Sandoval de asegurar que no había que quedarse en casa porque eso “generaba la tentación de lavar la ropa y los trastes”, como si las mujeres -se adujo- hicieran automáticamente esas actividades en casa. En columnas del Reforma y El Universal se acusó a la funcionaria de estigmatizar como fakefeministas a las mujeres que apoyaban el paro (Sarmiento, 2020; González, 2020b).

Se argumentó en los medios como Reforma y El Universal (Aguayo, 2020; Crespo, 2020; Sefchovich, 2020) de que había una tensión al interior del gobierno y Morena con respecto a señalar como pura o impura la convocatoria al paro. La rueda de prensa del gabinete de mujeres puso la idea, a decir de sus críticos, de que la convocatoria al paro era una expresión del enojo de las mujeres frente a la violencia, no una sanción a López Obrador. Se interpretó que el gobierno trataba de satisfacer a sus simpatizantes atraídas por el paro. Esta tensión se percibió en la propia esposa del presidente: respaldó el paro en un primer momento para reaccionar en su contra después. Este comportamiento cristalizó la tensión al interior de las feministas lopezobradoristas por tipificar el paro como puro o impuro.

Hubo columnistas en Milenio, Excélsior y La Jornada que consideraron que esta tensión era inexistente. López Obrador y su gabinete sabían que las mujeres estaban enojadas por la falta de políticas contra los feminicidios (Melgar, 2020). Se interpretó que al asegurar que el paro no era una crítica al presidente se buscaba ocultar los fallos de la actual administración (López-Dóriga, 2020; Hernández, 2020e), y que era grave que las funcionarias del gobierno aseguraran que las mujeres del país respaldaban al presidente, asumiéndose como representantes de todas las mexicanas, lo cual no es posible en una sociedad plural y democrática (Esquinca, 2020). Se advirtió: quienes desde la “izquierda” o posiciones “progresistas” y “revolucionarias” creen tener la autoridad moral para definir quienes pueden respaldar o participar en el paro se equivocan (Fernández de Cevallos, 2020).

Se juzgó que ni el presidente, ni los intentos de su esposa, ni de las supuestas feministas a su alrededor habrían de detener el paro (Jáuregui, 2020a). Este último terminaría por mostrar la fortaleza de las mujeres en todas las áreas de la vida social (Revueltas, 2020; Baz, 2020; Blanco, 2020). Se dijo, no importa que el paro se politice (Anderson, 2020), si se transforma en un acto que cambie la sociedad (Muñoz, 2020b; Concha, 2020; Gordillo, 2020; Anderson, 2020). Se asumió que sería una revolución de género que habrá de ser recordada por siempre y que habría sangre y destrucción, pero es inevitable porque será una revolución (Cueva, 2020b). Desde estas interpretaciones críticas a López Obrador se enfatizó que debía evitarse que las empresas o empleadores hicieran “pink washing” (Sarmiento, 2020) y frenar así el oportunismo de los partidos políticos (Ramírez, 2020).

En medio del debate, una encuesta publicada por la empresa Mitofsky señaló que el país estaba dividido con respecto al paro: el 48% consideraba que era una propuesta que había que respaldar, y el 42% aseveraba estar en contra (Rodríguez, 2020b). Dicha polarización se interpretó como un hecho positivo -desde algunos columnistas de La Jornada y el Excélsior (Gómez, 2020a; Fuentes, 2020)-, en la medida en que la discusión permitió socializar la causa de las mujeres.

DESPUÉS DEL OCHO Y EL NUEVE DE MARZO

Una parte de la opinión pública cristalizada en Milenio, Reforma, Excélsior y La Jornada consideró que el paro fue un éxito: las cosas estaban cambiando (Albarrán, 2020; Aristegui, 2020; Linares, 2020b). Se afirmó que pararon muchas mujeres, provenientes de distintas clases sociales, edad, profesión y orientación sexual (Raphael, 2020a). Algunos celebraron que la movilización se desarrolló fuera del discurso de la 4T, a tal punto que el gobierno no entendió lo sucedido (Aguilar, 2020; Puig, 2020b). Afortunadamente, dijo Camargo (2020), el discurso polarizador y estigmatizante de López Obrador no mermó la participación de las mujeres. Desde este campo el paro fue interpretado, en tanto performance, como auténtico en la medida en que fue capaz de producir y movilizar afectos y apoyos, por tanto, civil.

Para este campo a favor del paro de mujeres, la imagen del presidente se vio afectada porque no saber cómo funcionan los códigos democráticos (Aziz, 2020). Si el presidente se concibe como el receptor de la voluntad popular, se advirtió que se molesta cuando surge un movimiento que no puede controlar (Woldenberg, 2020). Desde esta posición (González, 2020a; Güemes, 2020; Malvido, 2020; Nacif, 2020) el paro fue igual de exitoso que la marcha del día anterior: ambas movilizaciones expresaron el rechazo de las mujeres a la violencia.

Quienes apoyaron al presidente y sostuvieron las críticas a los motivos y los vínculos de quienes respaldaron el paro enfocaron sus comentarios más en la marcha del 8 de marzo. Desde algunas columnas de La Jornada y El Universal se subrayó que en la primera sólo unos pequeños grupos radicalizados hicieron críticas al gobierno y que la movilización estuvo conformada por los grupos de la “izquierda electoral” y las “feministas progresistas” que llevaron al presidente al poder, dejando claro que las mujeres participaron de forma libre y creativa (Carreño, 2020; Martínez, 2020).

Para esta interpretación, el paro fue un fracaso, porque las mujeres no aceptaron la presencia de los conservadores. Las mujeres que pararon lo hicieron desde su condición de privilegio de clases altas y medias. El paro no aportó mucho a la causa feminista, dijeron Hernández (2020a) y Gasman (2020), columnistas de La Jornada. No obstante, la disputa sobre el carácter autónomo o no del paro dejó en la sociedad la idea de que existen dos tipos de feminismo -a decir del senador Monreal (2020) de Morena-: uno destructivo que acusa al presidente de representar el patriarcado y otro constructivo que muestra la fuerza de las mujeres al trabajar con el gobierno. De esta forma, el paro reflejó para quienes lo criticaron un performance inauténtico: manipulado, opaco por los intereses detrás de él.

MEMBRESÍAS INCLUSIVAS Y EXCLUYENTES

El paro tuvo los siguientes efectos en las instituciones comunicativas de la esfera civil. Primero, generó un espacio de discusión sobre las causas del feminicidio. Segundo, abrió una disputa sobre el sentido auténtico o inauténtico de una movilización convocada por fuera del autodenominado primer gobierno de izquierda y su proyecto de la 4T. Tercero, generó un debate público sobre el significado del feminismo.

La marcha fue considerada por una parte de las columnas de opinión pública como una expresión de valores y principios civiles; por el contrario, el paro confrontó dos discursos. El primero imputó valores anticiviles a la convocatoria argumentando que era promovida por conservadores para desestabilizar al gobierno -el cual se considera desde esta posición una expresión de los valores civiles y democráticos-. Desde esta posición favorable al presidente se calificó a las mujeres como actores heterónomos incapaces de ejercer libremente su ciudadanía al ser engañadas por actores más inteligentes y estratégicos, vinculados al conservadurismo y la reacción política. Se acusó a las mujeres de reproducir los mecanismos que las mantienen dominadas y subordinadas al hogar, un espacio caracterizado por sus relaciones jerárquicas y heteropatriarcales. El paro fue calificado como la expresión de un feminismo inauténtico, impuro en términos civiles, incapaz de promover la inclusión y la generación de membresías de ciudadanía amplias.

Quienes apoyaron el paro, consideraron que las mujeres convocantes tenían motivos justos, eran auténticas, autónomas y que, pese a la diversidad de sus voces, compartían el interés por denunciar la violencia contra las mujeres. La suma de voces era necesaria y conveniente -se afirmó desde esta posición-, incluso, si no eran feministas, progresistas y de izquierda, porque la intención era que se adhirieran las mujeres, independientemente de filiaciones partidistas e ideológicas. Ampliar la inclusión de voces femeninas y masculinas permitiría -según esta interpretación- producir un mensaje contundente para generar mecanismos de reparación civil, solidaridad ampliada y membresías de inclusión.

Pese a las visiones encontradas, los discursos en competencia lograron colocar en el debate nacional tanto el problema de la violencia contra las mujeres y los feminicidios como la disputa sobre los feminismos “auténticos” e “inauténticos”. El debate logró generar una discusión que cuestionó las características propias de la protesta feminista, el papel del gobierno y las instituciones regulativas de la esfera civil.

De esta manera, el paro nacional movilizó distintos feminismos con la fuerza suficiente para demandar la equidad en el cuidado, la igualdad de oportunidades y derechos reproductivos, por lo que fue significado constantemente por quienes se opusieron a este o lo defendieron. En tanto performance abierto a interpretación, su sentido no puede ser capturado por un discurso hegemónico o contrahegemónico. Esta incapacidad de captura no se puede atribuir a la torpeza o inteligencia política o ideológica de quienes leen el performance, sino al hecho de que este último siempre es un texto social con múltiples lecturas que, incluso, pueden ser alteradas en el tiempo.

CONCLUSIÓN

El paro performativizó el hartazgo y el cansancio frente a los feminicidios y la violencia contra las mujeres y: i) detonó la necesidad de generar mecanismos de reparación por parte de las instituciones regulativas de la esfera civil; ii) amplió el debate sobre el sentido de quiénes pueden ser o no consideradas feministas; iii) abrió la disputa sobre las formas legítimas de protesta; y iv) criticó la pretensión del gobierno de señalar cuando un actor es auténtico o no, civil o anticivil en sus demandas.

El logro principal del paro fue que, en la competencia por significarlo, se puso el tema de la violencia contra las mujeres en el centro del debate público, particularmente en los medios de comunicación y en las redes sociales, en que se expusieron y discutieron casos de acoso, hostigamiento y feminicidios. Se plantearon discusiones en los medios de comunicación sobre las posibles causas y soluciones a los problemas que enfrentan las mujeres. Pese a que en los días siguientes al paro nacional México entró en cuarentena por la pandemia del covid-19, es posible observar la articulación de un conjunto de valores civiles alimentado por mujeres con trayectorias, linajes y concepciones del mundo que no responden a las tradicionales figuras del feminismo, pero que cuentan sus historias de acoso y violencia al tiempo que buscan garantizar que su voz se escuche. No es que estos discursos no existieran con anterioridad, pero la disputa alrededor del paro nacional las visibilizó y generó un debate que amplió los horizontes de sentido del feminismo. El encierro al que tuvo que someterse la población para protegerse de la pandemia no impidió que las mujeres siguieran denunciando los casos de violencia intrafamiliar, acoso y feminicidio. Es necesario profundizar en investigaciones futuras que permitan comprender cómo se conectaron los procesos de lucha alrededor del paro nacional y las prácticas de resistencia de las mujeres en los procesos de encierro debido a la pandemia del covid-19.

REFERENCIAS

  • 1
    Como parte del programa fuerte de sociología cultural, la teoría de la esfera civil asume la autonomía relativa de la producción de sentido. Según Geertz (2003), las interpretaciones de los actores y las estructuras culturales de las que estos dependen son el centro del programa fuerte, y no los mecanismos económicos o de interés los que están detrás de los actores.
  • 2
    Autores como Dagnino et al. (2006) asumen una sociedad civil determinada por proyectos políticos e ideológicos, que se define por su posición frente al Estado, la economía y las alianzas políticas estratégicas, vaciando de autonomía relativa a la vida civil.
  • 3
    Según Alexander (2006), esta forma binaria revela el esqueleto a través del cual las comunidades construyen las narrativas que guían su acción -aunque al ser relacionales implican procesos dinámicos complejos- y permiten ubicar cómo se construyen procesos de inclusión y exclusión social.
  • 4
    Según Turner (2015), la teoría de la esfera civil al enfatizar las disputas simbólicas bloquea la posibilidad de analizar cómo se pueden crear consensos y horizontes políticos racionales.
  • 5
    Excélsior, El Universal, Milenio y Reforma abarcan un espectro político que va de conservador a liberal, mientras que La Jornada es claramente un periódico de izquierda. El análisis mostró que con independencia de la línea editorial los articulistas expresaron interpretaciones de apoyo/rechazo al paro.
  • 6
    Siguiendo una “etnografía de la prensa”, se reproducen las voces de los articulistas como el etnógrafo recoge las voces de los informantes clave en las comunidades en tanto expresiones de sus mundos de vida, cosmogonías de sentido y formas de estructuradas de entender problemas y soluciones (Augé, 2010). Siguiendo a Rawls (2009), analizar frecuencias e interpretar las disputas por el sentido son dos formas distintas de explicación que no forman parte de un mismo continuo, por lo que no se pueden articular y solo se pueden entrelazar a costa de que un orden metodológico se imponga sobre otro o a costa de incluir una numeralia que no aporta una mejor explicación de la disputa más allá de “opiniones a favor y en contra”.
  • 7
    El presidente López Obrador ha señalado que su movimiento político representa la cuarta transformación de México, un cambio revolucionario pacífico, pero igualmente radical, como los que experimentó el país en sus tres primeras transformaciones: la Guerra de Independencia (1810-1821), la Guerra de Reforma (1858-1861) y la Revolución Mexicana (1910-1921).
  • 8
    Como muestra Alabao (2022), la tensión entre gobiernos de izquierda y movimientos feministas es una característica en América Latina.
  • 9
    Una de las propuestas de campaña de López Obrador fue vender el avión presidencial que adquirió su antecesor. Ya como presidente López Obrador intentó venderlo, pero no pudo. Decidió finalmente rifarlo a través de boletos expedidos por la Lotería Nacional.
  • 10
  • 11
  • 12
  • 13
  • 14
  • 15
  • 16
  • 17

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    02 Jun 2023
  • Fecha del número
    2023

Histórico

  • Recibido
    19 Set 2020
  • Acepto
    14 Jul 2022
location_on
Universidade Federal do Rio de Janeiro Largo do São Francisco de Paula, 1, sala 420, cep: 20051-070 - 2224-8965 ramal 215 - Rio de Janeiro - RJ - Brazil
E-mail: revistappgsa@gmail.com
rss_feed Acompanhe os números deste periódico no seu leitor de RSS
Acessibilidade / Reportar erro